3 de abril de 2008

LA LECTURA EN LA ERA DIGITAL

Cada nueva tecnología crea una nueva cultura. Los cambios que nos promete la era digital no se producirán tan rápido como se nos anticipa, pero sus efectos serán mucho mayores de lo que se pronostica.

Por lo pronto, podemos afirmar que el siglo XXI se caracteriza por el predominio de la cultura de la imagen: es la era de la invasión de lo audiovisual en la vida cotidiana. Los chicos de hoy crecen en un entorno determinado por el uso de las imágenes en la construcción de la realidad social y cultural.

El consumo medio de televisión por persona es de casi cinco horas por día, lo que supone el nivel más alto de los últimos 20 años. En estas cifras se incluye todo lo que se emite por televisión, ya sea a través de los canales convencionales, el cable o el satélite, a lo largo de todo el día. El sector más sacrificado por esta sorprendente evolución del consumo es el de los medios impresos.

Es difícil infundir en las nuevas generaciones la práctica de la lectura como fuente de aprendizaje y acceso a la cultura. Las causas hay que buscarlas en las múltiples alternativas lúdicas destinadas a los más jóvenes que han surgido en nuestra sociedad de un tiempo a esta parte, la mayor parte de las cuales están asociadas a la expansión de la cultura audiovisual: proliferación de nuevos canales de televisión y, en consecuencia, de contenidos para todos los públicos, acceso masivo al cine infantil y juvenil a raíz de la consolidación del DVD, desarrollo de las consolas de videojuegos, difusión de los juegos en red a través de Internet, creación de aplicaciones interactivas para los teléfonos celulares, etc. Las especiales características de desarrollo y socialización de los adolescentes, así como la competencia feroz de los medios audiovisuales en tanto que forma de entretenimiento, alejan a los jóvenes de las bibliotecas y los acercan a los cibercafés.

Los profundos cambios que ha experimentado el núcleo familiar desde finales del siglo XX, motivados por la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral y la consecuente disminución del tiempo que dedican los padres a la educación de sus hijos fuera del ámbito escolar, ha contribuido también a la difícil situación en que se encuentra el gusto infantil y juvenil por la lectura. El reto paterno de estimular la curiosidad por los libros es más complicado en una sociedad en la que la televisión -cada vez más presente en los dormitorios- marca la pautas de conducta de unos menores que están más acostumbrados a leer sobre la pantalla que sobre el soporte tradicional del papel.

Todos reconocemos que la era digital ha llegado para quedarse y que, como cada revolución tecnológica, suscita miedos y alienta esperanzas. Esto requiere examinar críticamente las promesas con las que llega la era digital.

En este sentido, hay muchos sectores intelectuales que proponen a las nuevas tecnologías y formas de consumo como desafío profesional para el terreno de la comunicación. Plantean que no basta con “adaptarse al cambio”, como si de una moda se tratase, sino que entienden que la cuestión pasa por comprender y controlar las nuevas características de los medios y de la comunicación pública, de ser protagonistas, no espectadores, de la revolución tecnológica, para poder convertir en realidades las promesas de la era digital. Formulan que el público sedentario de los medios tradicionales se ha reconvertido en usuario activo, que no se limita al consumo de medios interactivos, sino que también participa en la producción de contenidos.

El poder, en la era digital, ya no es el control del espacio sino del conocimiento. Entonces, explican algunos, si se trata de hablar de los medios, hay que recordar el carácter instrumental de la tecnología y en consecuencia la urgente necesidad de democratizar el acceso a Internet y de educar a los usuarios. Una de las maneras propuestas por estos grupos para “aprovechar” la tecnología es utilizar a los weblogs como medios para incitar la lectura, llamar la atención de las personas para que diseñen su propio blog, hacer que comprendan que puede ser otro medio por el cual aprender cosas nuevas o culturizarse, etc.

Sin embargo, hay otras formas más “clásicas” y prácticas de fomentar la lectura y la educación. Hay sectores que exponen que difícilmente los más chicos se sientan atraídos por la lectura si no disponen en su casa del ejemplo de su propia familia. Es fundamental, entonces, que los padres se esfuercen por encontrar, en algún momento del día, un hueco de sosiego y reflexión para dedicar a la lectura.

También es importante hablar sobre libros. Oír cómo se comenta el interés -o incluso el aburrimiento, por qué no- que suscita la historia que estamos leyendo prolonga la actividad lectora. Se crea una transmisión de saberes y de comunicación muy importante para cimentar el gusto lector.

Finalmente, es interesante lograr convertir a la tele en una aliada y no en un enemigo. Si la pequeña pantalla es lo que realmente “engancha” al chico, hay que fijarse en sus programas y películas preferidos y tratar de buscar libros relacionados con su pasión. Hay ya garantizado, al menos, un mínimo de interés.

Según los pedagogos, es en la primera década de la vida cuando más fácilmente pueden adquirir las personas el hábito de la lectura. En esta primera etapa, se tiene la mejor ocasión para asimilar el placer de leer como una necesidad y un motivo de disfrute. Es esencial, entonces, que todos los chicos, antes de acceder a Internet, accedan a los libros.

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